Archivo diario: 17 abril, 2013

La ilusión de vender periódicos

Manuel Jabois, aquí de cuerpo entero, pasó fugazmente por Madrid para arreglarse la barba. Precisamente ese día lo había consagrado yo a talarme la melena, con lo que la cita para intercambiar experiencias capilares pareció obligada. Cenamos al tibio crepúsculo de Madrid, que será su Madrid muy pronto, prontísimo. Su primer cometido consistirá en desmentir la condición mitológica que le aureolea, pues por aquí ya cuchicheaban sobre él como los escoceses sobre el ictiosaurio de Ness, solo que en este caso la criatura existe, e incluso se arregla la barba. Ya les dije a Manuel y a Ana que pueden contar con mis pugilísticos brazos para la mudanza. Espero que Ana no se tome la declaración -puramente retórica, nacida de la expansión sentimental- al pie de la letra. Buenas son las mujeres.

Bienvenidos. Se os aguarda para rendir la capital. Tomaremos los rehenes que sean necesarios.

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Recuerdo vívidamente la impresión lingüística -yo he sido un niño de impresionabilidad lingüística, y lo sigo siendo- que me causó la lectura de la primera crítica taurina. La firmaba Vicente Zabala Portolés en ABC, y me ganó para siempre esa parla ultratécnica pero llena de color, a caballo exacto entre lo científico y lo popular, decantación del miedo y la pericia acumulados por los toreros y por la afición durante siglos. Aquí, una magnífica muestra de mi amigo Márquez. Si la actual crónica política -con su abuso de la prosa teletipesca- profesase la misma riqueza expresiva y parecida atinencia a la precisión, los periódicos se seguirían vendiendo.

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Tú a Boston y yo con la Pantoja

Lo malo del periodismo parado es que el espíritu crítico no se aviene al estatismo y se amarga en el reproche incesante no ya de los hechos, sino de la cobertura que el periodismo activo dispensa a los hechos, y así no hay modo de descansar y de esperar la muerte. Causaron cierto bochorno en amigos míos periodistas –parados, claro, si es que aquel sustantivo no incurre ya en pleonasmo seguido de este participio- los reflejos artríticos, estatuarios, ficticios en suma demostrados por Televisión Española al respecto del atentado de Boston, del que los contribuyentes tuvieron noticia mayormente a través de los programas nocturnos de deportes y las tertulias de la TDT. Lo que es la cobertura se escogió una especialmente opaca, para entendernos, que lo mismo podía haber debajo un atentado que un regimiento de legionarios atracándose de puré de patatas cocido en los fogones de Master Chef.

Del atentado no sabemos pero de las protestas tuiteras sí debió de enterarse el director Julio Somoano, quien al día siguiente destituyó a su subdirectora bajo la peregrina excusa de un mail en que ella denuncia la ideologización de la cúpula de TVE. Uno, oigan, de ser Somoano habría esperado a que la mujer dijese una mentira para justificar el despido, más que nada por apurar la vocación de servicio a la verdad que ha de guiar al ente público. Me gusta particularmente escribir esta palabra, ente, con sus reminiscencias de metafísica tomista, participio de presente del verbo ser que inventaron los escolásticos para definir lo que está siendo. Que no siempre coincide con lo que está pasando.

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17 abril, 2013 · 11:58