
Tienen los aragoneses dos maneras opuestas de enfrentarse a los aerogeneradores con los que su Gobierno, en compañía de inversores privados y con el viento favorable de Europa, aspira a liderar la producción nacional de energía renovable: como don Quijote o como Sancho Panza. Los quijotes arremeten contra los enormes molinos -los de nueva generación superan los 200 metros de altura- convencidos de que son gigantes que afean el paisaje, expulsan el turismo de calidad y causan daños ecológicos con el giro silbante de sus palas. Los pancistas no ven gigantes desaforados sino oportunidades de negocio, saneamiento de las arcas públicas y recursos para contener la amenaza de la despoblación: el monstruo que viene a verlos.
Los partidarios y los detractores no se agrupan por partidos políticos, sino que responden a las condiciones materiales de cada municipio. Encontramos alcaldes del PP hermanados con los del PSOE en asociaciones como Viento Alto, que reúne a nueve pueblos turolenses en la defensa compartida del proyecto de Forestalia, empresa que acaba de recibir la luz verde de Teresa Ribera para instalar una veintena de parques eólicos -125 molinos- en el lomo de las sierras del Maestrazgo y Javalambre.