
Las redes han reaccionado al final de Sálvame con eufórica unanimidad. No siendo España país para unánimes, que izquierda y derecha tuiteras detestaran por igual el programa más seguido de la televisión nos obliga a ensayar tres hipótesis no necesariamente incompatibles. Primera, que las razones de la cancelación son tan económicas como morales; es decir, que la nueva dirección de Telecinco se salva a sí misma salvándonos a todos de un Sálvame que perdía audiencia. Segunda, que los espectadores de Sálvame no estaban en Twitter. Y tercera, que los españoles de izquierdas y de derechas no son tan distintos como sus representantes políticos pretenden.