
El partido de Miguel Ángel Blanco tuvo que escuchar este martes, de boca de un presidente socialista, que «hizo lo imposible» para que ETA durara más. Claro que no es un presidente socialista cualquiera, sino el único que acordó su investidura, sus presupuestos y sus leyes y decretos con los herederos políticos de la mafia. Claro que no es una mafia cualquiera, sino la única que justificó el estallido de nucas y la amputación de piernas porque así lo exigía ser muy vascos y ser muy de izquierdas. Y claro que esta no es una legislatura cualquiera, sino la única que ha logrado completar el vuelco ideológico y afectivo del PSOE, su desnaturalización constitucional, su empoderamiento cainita: mejor, mil veces mejor Otegi que Feijóo, porque Arnaldo al fin y al cabo es progresista. Un tal Pedro Sánchez Pérez condujo a la presunta izquierda de Estado a un territorio moral desconocido, varios pueblos más allá de las fronteras del 78, y ese es un lugar del que ya no se vuelve.