
Los autores intelectuales de Vox obedecían a una convicción topográfica: la de que había un camino a la derecha del PP. Se pusieron a explorarlo con la incalculable ayuda del Gobierno más sectario de la democracia. El éxito de su lanzamiento se basó en un eslogan -«ni derechita cobarde ni veleta naranja»- útil para abrirse hueco a machetazos en el espacio antisanchista. Pero nadie, ni siquiera Vox, puede poner puertas al campo: siempre habrá un camino más a la derecha, como siempre lo hay más a la izquierda. Ese, y no el de Santiago, es el que va a explorar ahora Macarena Olona.