
Hemiciclo de la Joy.
Con el resultado ya contábamos, pero algo habrá que decir del juego. Y si el candidato jugó una primera parte reservona y plomiza el martes, demasiado consciente de que el partido estaba perdido, ayer Mariano Rajoy salió a la cancha a divertirse. El hemiciclo pasó en 24 horas de biblioteca a discoteca: la Ra-Joy Eslava. Se divirtió él, alborozó a los suyos, lo celebraron sus partidarios en las redes y hasta arrancó sonrisas de la bancada de Podemos, donde alguno no reprime la simpatía intergeneracional que le despierta su perfecto antagonista.
Rajoy desempolvó al parlamentario coñón, dominante y ágil que te mata a la contra cuando más seguro estás de que ya no puede moverse, tal fue la montaña de corrupción y crueldad que Pedro Sánchez había vertido sobre él a la hora del desayuno. El todavía líder socialista articuló una réplica solvente, bien ejecutada y tan dura que amenazaba con achicarle espacio a Pablo Iglesias. Pero cometió el error de parafrasear a Rajoy, intentando la táctica del espejo sin reparar en que el gallego no se refleja en los espejos desde hace varios trienios, seguramente porque los espejos no saben qué hacer con él, como todos los demás. Rajoy desenvainó el florete del sarcasmo y en tres trazos redujo el tamaño de su opositor a una nada pueril y bronceada que carece ya no solo de alternativa, sino también de discurso.