
Ha pasado el tiempo y tu derrota es completa. Siempre se te dio bien acuñar fórmulas eficaces, pero al monstruo de Frankenstein que denunciaste en 2016 se le han borrado las costuras. Nadie sabe ya dónde termina el PSOE y dónde empieza Podemos. Cuando a los diputados socialistas les preguntan uno a uno por Junqueras, el grupo parlamentario se alza unánime y contrito para implorar el perdón del sedicioso. Si a la militancia le das a elegir entre Otegi y Feijóo, no dudará en dar la espalda al PP -con el que firmaste el pacto antiterrorista- para fundirse en un abrazo con tu viejo enemigo. Advertiste de que vencida la banda comenzaba la batalla del relato, pero tu secretario general le ha entregado la pluma del BOE a Batasuna para que reescriba esa historia que empezó con la cabeza baleada de un guardia civil de tráfico en Guipúzcoa y acaba con la Guardia Civil de tráfico fuera de Navarra.