
Me habría gustado cruzarme con la calesa de Morante por Alcalá, pero opté por el taxi. Zabala me sentó cerca de la infanta Elena y de Victoria Federica, pero quien me intimidaba era Josemi Rodríguez-Sieiro, juez implacable de advenedizos.
Zabala despliega la impedimenta y saca los prismáticos. Mira, concluye, apunta, redacta y explica. Del tendido «7» pende una pancarta: «Palcos exigentes, no al triunfalismo». Lo del 7 es un raro populismo de la exclusividad, un orgullo identitario consistente en la guerra sin cuartel al disfrute de ver toros. También en La Maestranza se airea la crítica, pero tarda más y sale más fina, a menudo al vuelo de una grata ironía: «¡Ganadero, este pa semental!», gritó un sevillano a una acémila de Juan Pedro Domecq el Domingo de Resurrección.