
Faena de aliño en el ruedo parlamentario en ausencia de Finito de Davos, antaño matador de mucho cartel, hoy cogido por los pitones de las encuestas con dos trayectorias muy feas: la economía y los indultos/chantajes de los separatas. Andaba Pedro Sánchez de gira comercial en el foro del taco, de la guita, de la tela marinera que va faltándole mucho al españolito cabreado, espécimen peligrosísimo para un político en campaña. El terreno de Sánchez frente al toro opositor lo ocuparon dos mujeres: Nadia Calviño y MJ Montero. La misma oscura razón que desata a los tímidos en los bares ha debido de operar en la transformación de las dos ministras del área técnica en arietes desorejados de Ferraz. Las presuntas gestoras se han convertido en activistas: sostienen con una mano el trémulo tinglado gubernamental mientras blanden con la otra el atizador de opositores. Desde la confortable lejanía del monte suizo, el ausente patrón sonríe complacido: Nadia y MJ se baten bravamente en su santo nombre mientras él cambia a pulso el modelo productivo; o sea, mendiga fábricas de microchips.