
Ya conocemos el flotador argumental al que va a aferrarse el sanchismo en el año de su hundimiento. Si frente a Casado tocaba asustar a las viejas con Franco, el puente de mando del Titanic sanchista corre ahora a rescatar el recuerdo de la corrupción para intentar desviarse del iceberg Feijóo. ¿Nunca se cansan de tomarnos a todos por gilipollas incurables? ¿Lo seremos de verdad? Son preguntas quizá demasiado sofisticadas para abordarlas en este mayo solar donde florece el cinismo y la traición trepa por las paredes del Estado.