
Monte Rushmore celtibérico.
El plano de Vicente del Bosque hablando con Toni Grande en el banquillo equivale un poco a nuestro Monte Rushmore. En esa imagen hay quilates de institución y de consenso, de sentido de Estado y de eco histórico, de perfil patricio y de lustre senatorial. Si acaso se echa en falta, no sé, a Gabriel Cisneros, a doña Carmena en su defecto, pero la escena transmite en cualquier caso una poderosa virtud cívica. El Mundial de 2010 ha funcionado en el ámbito futbolístico como la Constitución de 1978 en el político, y se comprende que a los padres del milagro se les tenga en curial consideración.
¿Se comprende? Veamos. Hace tiempo que la prensa política señala fallas en el sistema del 78, cuando no compra directamente la burra populista y vende refundaciones adánicas; la prensa deportiva, en cambio, se conduce con mayor conservadurismo y se coge con papel de fumar las más sutiles objeciones a la deriva del ciclo delbosquista, cuyas deficiencias según se acerca la Eurocopa caminan en pelotas como el rey del cuento. Todavía se discutía esta semana si Casillas o De Gea, que a estas alturas ya viene a ser como debatir si monarquía absoluta o parlamentaria.
Poetas guerreros de nuestras letras, esta semana en el Parnasillo de COPE