A la vista cruda de las trincheras, deliciosamente fijas, va siendo hora de pensar en las terceras elecciones. La maquinaria de las segundas se activará en cuanto Sánchez fracase, y ni siquiera un PSOE tan barato como el de Sánchez puede caer por debajo de su instinto de supervivencia: sabe que no superará la entrega del Estado a la rapacidad orwelliana de Podemos en una coalición caníbal. Pero las segundas elecciones no servirán tampoco para formar Gobierno, porque aunque Iglesias prejubile a Sánchez vía sorpasso, el Congreso seguirá bloqueado por la suma de PP y C’s, descontado el trasvase de escaños entre ambos.
Músicos metidos a escritores, de Dylan a Sabina, esta semana en El Parnasillo