
Estamos tan acostumbrados al maxilar de hierro del sanchismo que verlo reducido a una quijada de cristal nos desconcierta. Por el ring parlamentario de este miércoles ha deambulado un Sánchez sonado como nunca, en el tembloroso papel del púgil inexperto, como si se hubiera presentado al combate después de una noche en vela. El insomnio regresa al colchón. La coalición colisiona y se desmiga contra sí misma bajo el foco por culpa del desastre legislativo de la ley del sí es sí. Cada violador beneficiado deshace otra hebra de la trenza del Gobierno, y hoy a PSOE y Podemos apenas los sujeta un hilo de coser. Es pronto para adelantar el adelanto electoral, pero en esas condiciones es imposible aprobar una sola ley. El país ahora mismo carece de Ejecutivo funcional.