
De la pasada edición del Orgullo recuerdo la chapa que se atrevió a lucir Yolanda Díaz en la solapa: «Existo luego te jodes». Me sorprendió porque se supone que Díaz propugna una nueva forma de hacer política que acaricia sumas, derrocha sonrisas y dispensa cuidados. En violento contraste, aquella chapa proclamaba la política de siempre, la dialéctica amigo-enemigo, el tribalismo más primario, la militancia entendida no como defensa de la identidad propia sino como desafío a la identidad ajena. Solo hay algo peor que reducir la ideología a una chapa: reducir el arte a una chapa. Por ejemplo el séptimo arte.