
Un sol blanco tiraniza el país. El cielo se deshidrata, se decolora hasta cobrar una lividez enfermiza y bajo su sábana se respira con dificultad de desahuciado. Cada tímido movimiento es usado en nuestra contra por un tribunal cósmico. Una sonda de vapor opresivo baja por nuestra garganta y se coagula en el pulmón formando terrones de plomo limado. Los poros se abren como esfínteres en huelga y el sudor fluye libre hasta convertir cualquier colchón en una cama de agua. En semejantes circunstancias no queda otro remedio que terciar en la cuestión palpitante de la edad antropocénica. José Antonio Montano la ha suscitado en estos términos categóricos: manga larga o manga corta. Tertium non datur. Y él ha tomado furioso partido por la segunda.