
Dice Iván Redondo que Sánchez vuelve, pero no dice adónde. Y no lo dice porque no puede. Sánchez no tiene principio, precisamente porque no tiene principios, así que solo queda por escribir el último de sus finales. Ya escribimos uno cuando fue desalojado de Ferraz en aquella noche escarlata en que juró venganza. Logró añadir una segunda parte a su novela picaresca, pero el pícaro cuenta con un número limitado de recursos para sostener la atención del lector. Cuando empieza a repetirse, la historia pierde interés. Es un político amortizado para todos menos para Tezanos, cuyo amor es constante más allá de la muerte. Pedro es de Marte y José Félix de Venus.