
Despacho de La Moncloa, nueve de la mañana. Sánchez corre en la cinta que ha hecho instalar allí. El escritorio está vacío de papeles pero lleno de fotos. Una perrita sestea en el rincón. Abre un ojo cada vez que su amo resopla. De pronto se incorpora: llaman a la puerta.
-¿Me has hecho llamar, presidente?
-Adelante, Pepe. Pasa, pasa. No te quedes ahí. ¿Nunca has visto correr a un líder? A ver, minuto y resultado del lío de Argelia, va.
-Pues esperamos que Úrsula haga la llamada que me ha prometido. Pero si los argelinos no reculan…
-Qué harto estoy de la morisma, te lo digo. Un año llevan dando por saco. Primero unos y luego otros. ¡Yo solo intento ayudarles! Curamos al del mostacho aquel en Logroño. Me cargué a la ministra de las gafas, ¿cómo se llamaba…? Es igual. Les di el desierto que llevan la tira de tiempo reclamando. Bajé a Rabat a cenar unos dátiles que te dejan el estómago como un bebedero de patos. Y hace nada extradité a dos opositores argelinos para que practiquen el medievo con su culo. Qué más quieren, copón. Lo único divertido fue mandar a la Legión a Ceuta cuando el tío feo de Mohamed abrió la valla a traición. ¡Por fin sé cómo se sentía el Caudillo!