
Lo que está a punto de suceder en Andalucía es una drástica actualización. Un ajuste de cuentas con el atraso político, con el artificioso imperio del mito antifa sobre el logos democrático. Una leyenda primitiva y visceral, arraigada en una memoria de parte, amorosamente cultivada por el PSOE desde los tiempos homéricos del clan de la tortilla y reciclada incansablemente por Zapatero y Sánchez. Esa leyenda postula que la derecha democrática sigue siendo franquista, no puede dejar de serlo y seguirá siéndolo por los siglos de los siglos. Hasta tal punto se derrumba la vigencia social de tan rentable mito que sus dos mitógrafos mayores, Felipe González y Alfonso Guerra, hoy se nos antojan bastante más cercanos a Feijóo que a Sánchez.