
El Senado español no es el Madison Square Garden. Alberga un bonito parlamento inglés que nadie usa, porque aquí no tenemos parlamentarios ingleses, y una preciosa biblioteca de época que nadie visita, porque aquí no tenemos políticos que lean. A cambio ofrece una cámara funcional con menos solera que cualquier ateneo de provincias, forrada de madera barnizada para que los elefantes de este cementerio no se astillen la piel mientras descabezan la siesta en el escaño. El Senado español siempre está en obras por fuera para disuadir a los idealistas de entrar a reformarlo por dentro. Yo creo que quedaría igual de bien en Barcelona, como propone Ximo Puig, pero lo propio sería Benidorm. Lo digo por tender puentes entre el Imserso y la gerontocracia.