
Un diplomático busca en Roma a Roma y a Roma misma en Roma va y la encuentra. Parafraseando a Quevedo, con este libro Juan Claudio de Ramón (Madrid, 1982) cumple a la vez con la modestia y con la temeridad de su propósito. Solo desde la modestia puede escribirse sobre la única ciudad del mundo que no es un espacio sino un tiempo, que nos da «todas las épocas posibles». Y solo un temerario, reconoce el autor, añade otro intento a una nómina de romanólogos que incluye a Goethe, Stendhal o Henry James. De Ramón asume el reto con la autoridad que le otorga su desempeño laboral de cinco años en el Palazzo Borghese y lo salva con la inteligencia de quien opta decididamente por el tono clásico.