
Quien lamenta el regreso de Juan Carlos I no tiene corazón y quien no cierra filas con Felipe VI no tiene cabeza. Otros no tienen vergüenza: la suficiente para tapar su pisuerguismo republicano aprovechando que el Emérito pasa por Sangenjo. Pero me centraré en los primeros y en los segundos.
Puede que fuese algún cortesano como el pintoresco Pedro Sainz Rodriguez el que incubase en la mente de Juan Carlos la importancia de la máxima latina. O puede que sea la intuición de Giambattista Vico sobre la sinonímia de ‘cielo’ y ‘Bolina’ (¿Supongo que recordarán aquellos informativos que se abrían cada verano con la troupe del Fortuna haciendo equilibrio a babor o estribor de su embarcación?). O puede que sea el canturreo de la cónyuge: richiamatta mia luce y todo el final de los nostoi de Ulises a su patria. Sí si mia vita; si sí mio core sí sí sí sí. Feliz viaje, majestad