El preso Zaplana

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Un animal.

Sobre el preso Zaplana pesan dos cargos: uno de blanqueo que debe acreditarse y otro de leucemia que ya está diagnosticado. Puesto que últimamente ha pasado por un trasplante de médula, una neumonía vírica, una trombosis venosa profunda y una bronquiolitis aguda, parece que su expediente lo resolverá antes la biología que la Justicia. Pero la posibilidad de que Zaplana muera en la cárcel no ablanda el corazón insobornable de la Audiencia Provincial de Valencia, que ha rechazado por cuarta vez su petición de excarcelación por razones humanitarias. ¡Humanitarias! ¡El PP! Como si un tío del PP fuera un ser humano. Si la humanidad no es un atributo que nuestra opinión pública se avenga a predicar de un pepero inocente, imagine usted de un pepero corrupto. Presuntamente corrupto, por concederle la precisión, ya que no la libertad.

El resentimiento poscrisis y la colaboración carroñera de las teles alteraron el viejo orden moral de las tablas mosaicas, de tal forma que el séptimo mandamiento escaló de posición, en ocasiones -como la de Bolinaga– por encima del quinto. Hoy un (presunto) corrupto del PP es una basura indigna de empatía, un judío de Varsovia en 1940. ¿Qué tendrá que ver uno del PP que robó el dinero de los valencianos con uno del PSPV o Compromís que robó el dinero de los valencianos? ¡Que la leucemia lo pudra en la cárcel! Lo dicen como lo sienten. Lo sienten porque les han enseñado a sentirlo. Les han contado que el PP es una maquinaria fascista que trabaja desde 1936 para arrebatarles la prosperidad. Y en ese odio hallan justificación para su existencia miserable, y en ese fuego se consumen cada día, esperando la revancha.

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1 comentario

7 septiembre, 2018 · 9:40

Una respuesta a “El preso Zaplana

  1. lares, penates y hologramas

    Como siempre ando canino, tengo que soportar el verano leyendo libros viejos de los que en un clima más vigoroso me olvidaría pensando, creo que con razón, que ya me los sé de arriba abajo, de vueltas y del revés y al natural y al biés malayo -pero (pero) que pueden estar bien repasados en estas tardes inagotables que, si se abandona uno, pueden corroerle por completo. Por ejemplo «El fin de la inocencia».: ‘resulta muy ajustado a la verdad decir que algunas opiniones, una vez lanzadas, podían ponerse de moda y difundirse y crecer espontaneamente entre los circulos de ilustrados. Se dice que Gibarti [¿recuerda sus vacaciones en Budapest?] denominaba este efecto reproductor en los medios culturales como «cría de conejos»´ O en plan didáctico ‘Todo aspirante a militante revolucionario debe convertirse en un experto en el arte de la provocación. Es decir, debe aprender a crear situaciones que obligarán al enemigo a realizar acciones que redundarán en su contra’. Bien, recuerde que Gibarti era el proverbial conde rojo. Entre juezas más plebeyas quizá podría sustituir ‘conejos’ por ‘pulgas rebotadas’

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