
Kopa, capo de Europa.
A Kopa le faltaba una falange del dedo índice de la mano izquierda. Tuvieron que amputársela tras un accidente en la mina antes de hacerse futbolista, antes de conseguir para Francia el primer Balón de Oro, antes de fichar por el mejor equipo del siglo XX, a cuya gloria contribuyó durante tres años napoleónicos. En la vida hay que perder una parte a cambio de conseguirlo todo, y el Real Madrid replica con generosidad esa moraleja en los últimos tiempos. Sacrifica el control del juego, la paz cardiaca o la alineación de Cristiano y Bale a cambio de una goleada imprevista en un lugar tan traicionero como Eibar.
Porque nadie esperaba una goleada blanca en Eibar. El Madrid venía sometiendo a sus aficionados a la rutina del infarto y de la épica, y a los antimadridistas a la dulce expectativa del buen golpe de hoz que segase definitivamente la flor de Zidane, como si fuera el dedo de Kopa. Ya no recordábamos un partido dominado desde el principio por los de blanco, un partido Prozac, hipotenso y hegemónico, casi marianista. Al fin lo cuajó el Madrid sin la BBC ni su correlativo 4-3-3, lo cual invita a concluir con euforia de bar que Cristiano y Bale resultan superfluos. Los dos goles anotados por el tercer elemento de la BBC, el único alineado este sábado y paisano del ilustre finado, no son tanto un homenaje fúnebre como una reprimenda a los piperos que le han perdido la fe. Ipurua ha demostrado que el problema no es de nombres, sino quizá de sistema y de actitud.
El bueno (Roig), el feo (Maíllo) y el malo (González Macho) en La Linterna de COPE