
Esto sí fue terrorismo.
Una diputada de Podemos se ha disculpado así por mezclar el asesinato de Miguel Ángel Blanco con el último crimen machista acaecido en Zaragoza: «A pesar de relacionarse emocionalmente por su efecto en mí, la comparación es desafortunada».
Sí, su comparación resulta tan desafortunada como su sintaxis, pero siendo deleznable la expresión lingüística de la diputada no lo es tanto como la operación psicológica que la precedió, y que ella misma define como una «relación emocional». Estas cosas suceden por creer que el sintagma inteligencia emocional es algo más que un oxímoron. En la mente de la diputada de Podemos bulliría el voluntarioso concepto terrorismo machista segundos antes de formular su infame analogía, pero al obrar así solo reflejaba la penetración social que tal concepto absurdo está logrando, a despecho de la inteligencia de loros y cacatúas.
El terrorismo machista no existe. Existe el terrorismo, y existen los crímenes machistas. Pero no hay algo como una organización de criminales que van matando mujeres para reivindicar la causa del patriarcado. El terrorista elige a víctimas anónimas o simbólicas para extender con fines propagandísticos el pánico que enorgullezca a su facción, mientras que el machista mata a alguien a quien conoce íntimamente, y hasta consumar su crimen huye celosamente de toda publicidad. Si se suicida lo hace por desesperación culpable, no porque esté convencido de que le aguardan las 72 gratificantes huríes del paraíso coránico. Una víctima de ETA nunca amó a su verdugo; una víctima de su ex marido sí. No hay comandos de ex maridos organizados para asesinar, y no se alojan en pisos francos sino en una casa que fue hogar antes de romperse. Constatemos en fin que el maltrato se antoja el único problema no político en España: ningún otro suscita tanto consenso y ninguno se resiste tan tercamente a la unidad de acción en su contra, con una tasa de víctimas que no amaina año a año.
Mi tributo a Umberto Eco en El Parnasillo de Herrera en COPE
Observe la conducta podemita un día sí y otro también: pegan un pisotón y si la víctima grita más de la cuenta se disculpan sin disculparse en sí: hecho consumado. Unas gentes que parecen salidas de alguna inclusa y que las malas noches me hacen dudar de si no serán la procesión de los zombies vuelta por nuestros pecados.