
El final del sanchismo está resultando especialmente divertido. No para Sánchez, que solo se divierte con los principios -el mundo empieza cada día en el palacio de La Moncloa- sino para los sanchistas, que ya no saben qué hacer ni qué vergonzosos editoriales escribir para que el sanchismo dure aún un poquito más. Todavía hay un puñado de nóminas públicas que disfrutar, dos indultos pendientes y un par de instituciones vírgenes que van pidiendo a gritos que les introduzcan un carné del PSOE hasta los ijares. Al fin y al cabo la inflación solo está rozando el 11%, lo que en las esperanzas elásticas de una mente sanchista estándar significa ni más ni menos un 89% de margen de empeoramiento.
Los escritos de Jorge Bustos son una delicia, no sólo por el excelente uso del idioma español, también por la fina ironía y el clarividente retrato de la situación española que la explica y analiza cómo nadie. Gracias por su talento, con el que disfruto cada vez que lo leo.