
La izquierda española no está bien, y cuando la izquierda española no está bien pasan cosas terribles en España. Le pasan sobre todo a la izquierda y las ejecuta sobre todo la izquierda, y el entrañable espectáculo de su secular inclinación al fratricidio nos llena de asombro a todos aquellos a los que nunca se nos ocurrió la peregrina idea de pertenecer a un club tan errado e hipócrita como el de la izquierda española, pese a sus notorias ventajas a la hora de practicar el gañote cultural y recibir premios periodísticos. Uno contempla el vértigo del fuego amigo/enemigo que está diezmando a la izquierda española como Saint-Exupéry contempló la retaguardia barcelonesa de 1936: «Aquí se fusila como quien tala árboles». El problema, naturalmente, surge cuando se cansan de dispararse entre ellos y se conciertan para disparar a los demás.