
El titular me dejó pensando: «Yo voto contra mis intereses pero a favor de mis principios». Lo decía una periodista de éxito en una entrevista. El razonamiento es interesante porque revela una concepción moral -españolísima- de la política: postula una contradicción entre los intereses y los principios más propia de la identidad religiosa que de la representación partidaria.