
El pájaro de la censura.
El martes Twitter me informó del bloqueo de mi cuenta por un tuit ofensivo. Fue hace cinco años, navegaba a bordo del ferry y tuiteé: «Barco a Cíes. A matar jipis». Deduje que las autoridades de Twitter prefieren el pop y detestan a Siniestro Total hasta el punto de negarle la libertad de expresión a quien se atreva a tararear públicamente sus estribillos.
La anécdota me llevó a algunas categorías. Al debate sobre los límites del humor que debería versar sobre los límites de la susceptibilidad. A la necesidad de vigilar al vigilante, ese gran hermano que vuelca elecciones y no paga impuestos pero ejerce de guardián panóptico de nuestra moral expresiva. O a la plaga de la estupidez literalista, ébola digital que está diezmando la comprensión lectora de varias generaciones y que proscribe la ironía como los jemeres rojos encarcelaban a los camboyanos con gafas: bajo sospecha de inteligencia. Mientras no creemos algoritmos sensibles a la metáfora o el sarcasmo, la inteligencia artificial no se librará de la acusación de distopía.
Parece que Macías vio triunfar en los exámenes a funcionario español a contrincantes con gafas, lo que costó caro a esa parroquia cuando tuvo el poder ¿Por que la gente se emperra con los Khmers siendo posteriores? Claro que lo de Guinea se acabó, Francia tomó el relevo (…que diría Salvini de la eficiencia gabacha) y ¡milagro! las prospecciones descubrieron petróleo. Creo que se…empecina podría ser el verbo: se empecina ud con unas gentes que quizá haya visto uno en algún grabado antañón o algún calendario ilustrado. Los mozos de cuerda. Psicólogos y sociólogos. Concursantes de Gran Hermano. Lemings. Grava que los tramposos ponen en su camino para que derrape, pero cuya importancia ni se les pasará por la cabeza.
Parece que Frank Zappa es demasiado abrasivo para los correctores. También sería mucho más pertinente. Miren sus citas por internet, si la atobiografía les da pereza. Para un breviario del tipo del que sujeta ud en foto reciente: «El psicoanálisis es el fecaloma sobre el que presume estar sentado» . Bravo, Kraus