
La derrota.
Dos Carolinas: Punset y Bescansa. Una profesión: la política. Y un abismo entre ambas. La valenciana, tras probar otras militancias, aterriza de pie sobre un Cs en expansión: diputada, portavoz, miembro de la Ejecutiva y eurodiputada. Cuando las cosas en su partido no marchan como quisiera, inicia una aproximación a otras, digamos, sensibilidades que culmina en una romería en coche oficial a Waterloo. Cinco minutos antes de que la echen, fabrica una coartada de canónico victimismo: machismo inaguantable y nacionalismo español. Dos cargos que, si no se prueban, destapan el refugio más concurrido del pícaro español. Su catadura se aclara cuando le preguntan si devolverá su jugosa acta de eurodiputada.
A la gallega no se le conocen carnés previos a Podemos. De hecho es fundadora del partido. Cuando la tensión entre otros dos fundadores, Iglesias y Errejón, se le hace insoportable, decide no alinearse. Critica públicamente la deriva soberanista del partido en la crisis catalana. El oficialismo termina de arrinconarla cuando le atribuye maniobras para desbancar al líder. Es relegada al gallinero y desaparece de los medios. En un último intento por sobrevivir, disputa las primarias al candidato oficialista y pierde. Acto seguido, anuncia que concluirá su trabajo en las comisiones, entregará el acta y volverá a dar clase.