Contra la pureza de Cataluña

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Los impuros.

Dos miedos gobiernan España desde hace muchos años: a que te llamen facha y a que te llamen botifler. El segundo se localiza específicamente en Cataluña, donde de todos modos se confunde exitosamente con el primero desde que a los nenes les cuentan que Colón, el del índice enhiesto, era catalán, mientras que Samaranch, el del brazo romano, llegó de Marte. Pero son dos pánicos invasivos, paralizantes, que todos los españoles posteriores a 1975 sentimos siete veces al día siete días a la semana. «¿Me llamarán fascista si digo esto? ¿Me purgarán de Las mañanas de TVE? ¿Perderé irremisiblemente todo sex appeal?». Preguntas eternas que nos lanzan los puros y uno no siempre tiene el coraje de responder con honestidad. Ahí está Puigdemont, con el dedo ya sobre el botón electoral pero exiliado de por vida de Cataluña y de la razón porque Rufián tuiteó no sé qué sobre unas monedas de plata.

Dios me libre de señalar miedo en Arcadi Espada, ni siquiera en el Espada de 1981 que, según confesó el jueves en el momento álgido de la presentación de Contra Catalunya, no reaccionó como debiera al tiro en la rodilla que recibió Federico Jiménez Losantos por parte de los mismos que hoy dichosamente se conforman con el tiroteo mental, el disparo de la xenofobia sobre Inés Arrimadas. «Nadie protestó entonces. Y yo tampoco», reconoció lentamente Espada a la cara de Losantos. Y en esa contrición, expiada por años de batalla compartida en el frente solitario de la libertad -el frente de los impuros-, se resumen todas las capitulaciones que deben conceder los buenos para que los malos triunfen. Aquel joven periodista fue en cambio uno de los apenas dos mil manifestantes que protestaron bajo la lluvia el 24 de febrero contra la intentona de Tejero de la víspera: ya tenía claro que asaltar el Congreso era violar su personal soberanía de ciudadano. Años más tarde el mismo fascismo, igualmente imbuido de patria pero esta vez vestido de civil, asediaba el Parlament.

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1 comentario

7 octubre, 2018 · 20:38

Una respuesta a “Contra la pureza de Cataluña

  1. #MeNeither

    La palabra ‘pureza’ es otro de esos sintagmas vacíos de que hablan de cuando en cuando, y se necesitan datos colaterales para saber de dónde viene y qué pretende la macedonia de impuros que la emite. A lo mejor en contextos muy especiales sí puede tener un significado reconocible (=»depurada»), como en el elogio de un director de coro a la voz de Victoria de los Ängeles: pura y otras cosas, todas superlativas. En el caso de la ciudad con ratas y aguas fecales me parece que lo de la depuración va de chifla.

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