Estimado presidente:
Me presento. Soy una vaca sin papeles, me llamo ‘Margarita‘ y le escribo desde el corredor de la muerte de las vacas. Como aficionado a los refranes sabrá que uno no es de donde nace sino de donde pace, y yo he pacido toda mi vida en Cataluña. Sin embargo, a ojos de la Generalitat no soy lo suficientemente catalana como para seguir viva: carezco de una trazabilidad clara, al parecer. Represento un peligro para la salud de mis conciudadanos, que no deben mezclarse con especies no homologadas. Yo no sé a qué le suena todo esto, pero a mí desde luego me recuerda a Himmler, aunque él al menos ponía mucho cuidado al entrar en casa cuando regresaba tarde del trabajo para no despertar a su canario.
Concernida por la delicada situación en que me encuentro, comprenderá que haya seguido con el máximo interés el intercambio epistolar que usted ha protagonizado con mi president, el señor Puigdemont. Hablan ustedes de soberanía, de voluntad de entendimiento, de responsabilidad institucional; pues bien, apelo a mi condición de bóvido residente en un Estado de Derecho para terciar con intención constructiva en la disputa. Porque mi caso puede ser el de muchos, y mi vida está en manos del Govern como la de todas mis paisanas.
El bueno (Zoido), la fea (Concepción Espejel) y el malo (Rosell) en La Linterna de COPE