
Polifonía rota por la causa.
Ayer se celebró una efeméride poco recordada, y eso que afectaba directamente al periodismo, que es el receptáculo natural de toda efeméride. Se cumplían seis años del editorial conjunto titulado ‘Por la dignidad de Cataluña’, publicado un 26 de noviembre de 2009 y suscrito por doce periódicos con sede en Cataluña
He releído la pieza con atención. «Hay preocupación en Catalunya y es preciso que toda España lo sepa», encabezaba el editorial uno de sus párrafos de prosa calculadísima, a un tiempo templada y pasional. Se trata de una cumbre del género florentino: esa sutil presión que carga la llamada a la conciliación con la advertencia de la represalia. No era un editorial de periódico sino de nación, y el hecho de que en Madrid causara escándalo y orgullo en Cataluña ya auguraba una divergencia irreductible: un periódico madrileño aspira a revelar algo que haga daño al Gobierno, aunque en el peor de los casos sea mentira, mientras que un periódico catalán propende al control de daños de su Generalitat, aunque en el mejor de los casos el daño lo inflija la verdad. Esto solo sucede cuando el oficio, cuya única causa ha de ser la información, abraza con desarmante naturalidad una causa alternativa que juzga superior, y que Jordi Pujol -el editorialista mayor de Cataluña- sintetizó en la expresión «hacer país». Ahora bien: cuando los colegas catalanes deciden hacer país no a través de la ocultación sino precisamente de la transparencia, como hizo ‘La Vanguardia’ cuando filtró la crispada reunión de los pretorianos de Mas, hay que reconocer que logran una repercusión inalcanzable Ebro abajo.