
Acaba de publicarse el índice de los países más felices del mundo y España ocupa el puesto trigésimo segundo, por detrás de Estonia y por delante de Italia. Para desacreditar la lista basta señalar que la lidera Finlandia por sexto año consecutivo, posición que solo se explica por su turolense nivel de despoblación -si el infierno son los otros, como estableció Sartre, entonces Finlandia debe de ser el paraíso- o porque los encuestadores hayan preguntado a los renos. Uno pasó cierta vez por Helsinki y no sintió ni frío ni calor, seguramente porque era verano.