
El sol de la mañana irrumpió por la izquierda del plano y prendió el parietal de don Pedro, donde arden los nombres de sus ministros fungibles y se cocina la sumisión de los que van a morir y le saludan. Pero esta vez la sien cesárea parió un ratón, o más bien dos, para sustituir a Carolina Darias y a Reyes Maroto, que tampoco parecen carne de biografía de Zweig: una será recordada por la gravosa longevidad del tapabocas y la otra por una navajita con ridícula vocación de cimitarra.