
Millonarios.
Dicen unos millonarios en Le Monde que no quieren volver a la normalidad y los comprendo, aunque para decirlo haya que ser millonario. Marx enseñó que la conciencia del personal nace de su bolsillo antes que de su corazón, pero los ricos de su época solo pretendían seguir siendo ricos mientras que los de ahora anhelan conservar a la vez el dinero y el planeta. La clase social se ha quedado pequeña: hoy el millonario que no aspire a integrar la clase planetaria no es más que un nuevo rico, carne del bajo cuché. La conciencia anticonsumista no arraiga en las banlieues de París sino en la alfombra roja, y por eso firman el manifiesto Almodóvar, Madonna, Bardem y otros aristócratas felizmente emancipados de onerosos dilemas como el que disuade al currito de jubilar la furgoneta diésel para mantener las extraescolares del niño.