
Revolucionario.
La equívoca categoría del pijo la inventó Tolstoi cuando escribió esa estupidez de que todas las familias felices se parecen pero las desgraciadas lo son cada una a su manera. Siempre hubo variedades exóticas en la felicidad, mientras que hoy recorre el mundo una misma desgracia matando a ricos y pobres antes de ponerse a igualarlos por abajo. El resentimiento de clase que mueve el pequeño corazón de la izquierda cañí tiende a confundir la clase con la ideología, y por eso no repara en que hay pijos de derechas como pijos de izquierdas, ni en que estos segundos a menudo tienen más dinero y viven en mejores barrios que los primeros, cuando no en los mismos, culpa que los atormenta y que purgan votando a Podemos o lamiéndole la alarma a Sánchez, cuya ideología conocida es la sanchista. En cuanto a Podemos, no ha sido más que el atajo que tomó el hatajo de Somosaguas para escalar de clase sin abrazar la coherencia ni renunciar a la ideología.