
Servidumbre voluntaria.
Usted. Sí, usted. No mire a los lados. Usted, ciudadano ejemplar, que hoy echará el día apostado en el balcón avistando irresponsables. Desaprensivos, diría Marlaska. Esa gente que no es como usted, que incumple las reglas que el Gobierno -asesorado por los expertos- impone por nuestro bien. Mire allí. ¿Qué hace ese matrimonio con su bomba vírica de la mano? ¡Está prohibido! ¿Qué desescalada va a haber si la gente no respeta nada? Le indigna ese español de pandereta que no se somete tan gustosamente como usted al monitor de Marlaska. Usted obedece porque es un patriota de verdad, modelo de sumisión, y delata a sus vecinos por la más institucional de las razones. Usted descubre hoy a diez personas juntas y ve un atentado, experimenta la misma sensación que si ve a un viejo tocando a un niño. Se ha adaptado como plastilina al molde de la nueva normalidad que dictan los que mandan, a los que debemos ayudar a reeducarnos mejor. Usted declara que le preocupa el rebrote y quizá calla que le revienta que el vecino disfrute de mayor libertad que usted. En estas circunstancias la libertad es un riesgo que no nos podemos permitir, se justifica usted. Así que o todos iguales o llamo a la policía.