«Es por allí, Pedro».
Pedro Sánchez es el presidente del Gobierno de España. Su mayor preocupación, quizá porque llegó al poder como llegó, es que a nadie se le olvide que lo es, que lo sigue siendo, empezando por su persona. Quizá porque llegó al poder como llegó, o porque nunca fue un lector empedernido, no ha tenido tiempo de desarrollar un estilo propio de oratoria. Así que sus discursos, como su tesis doctoral, presentan un alto índice de ideas ajenas, de Kennedy a Harari, expuestas preferentemente sin citar.
En la oposición imitaba la indignación antiestablishment de Pablo Iglesias y en el poder ha descubierto las ventajas de la cachaza de Rajoy y su apelación constante al sentido común, sea eso lo que sea. Hay tantos rostros en Sánchez según la conveniencia del momento, que podríamos sentenciar que su estilo más personal es el plagio, si no fuera porque en realidad es la falsa solemnidad.