
Estética.
El personal pierde el tiempo escandalizándose con las ideas de Vox cuando lo más interesante de Vox no son sus ideas, bastante viejas, sino las formas novedosas que las envuelven. El éxito de Vox es principalmente estético. El nacionalismo es una fuerza poderosa pero demasiado mostrenca, y por eso necesita estilistas más que ninguna otra para adecentar sus modales primitivos, ese credo rudo que esencialmente reza que yo soy mejor que tú porque estoy aquí antes que tú. Hugo Boss, por ejemplo, diseñaba unos uniformes estupendos para soldados alemanes que luego tenían que hacer cosas feas, pero las hacían embutidos en la imagen misma de la marcialidad. Y Heidegger, primera inteligencia del siglo XX, quizá no se paró demasiado a examinar la bondad de las soflamas de Hitler porque estaba enamorado de sus manos.