
Peón nucelar.
Al secretario de Estado de Comunicación de Sánchez le parece «enfermiza» la tendencia de los periodistas a hacer preguntas. El propio Oliver fue periodista pero ahora se dedica a barrer pedazos de grafito con Ábalos y Redondo en el Chernóbil de Sánchez, y ahí abajo uno se expone a mutaciones monstruosas. Si la Abogacía del Estado se puede poner al servicio del golpismo, a ver por qué la Secretaría de Comunicación no va a entregarse a la defensa de la opacidad.
Pensábamos que el compañero Oliver había dejado el periodismo para pasarse a la política, pero hoy sabemos que se dedica a la justicia creativa. Y así como Luxemburgo ha redefinido el criterio de inmunidad europarlamentaria, el compañero Oliver reinterpreta el derecho constitucional a la información. De hecho proclama su caducidad, como la libertad para Lenin: «No debe haber un derecho a obtener respuestas». Y el que se pase de listo se queda sin copa de navidad. O sin cuchara en el puchero de Rosa María.