El señor de las moscas

15720084189510

Tótem y tabú.

Hemos dado a Franco tanto poder que desde su pijama de madera removido sigue decidiendo quién entra en la historia de España después de él. Sánchez, por ejemplo, ha necesitado cambiar sus huesos de sitio para que se le recuerde por algo. Y el próximo socialista que llegue al poder, que naturalmente será todavía más antifranquista que Sánchez -la primera Ley del Heroísmo Socialista establece que la intensidad de su lucha contra Franco es directamente proporcional al tiempo transcurrido desde la muerte del dictador-, deberá derribar la cruz de Cuelgamuros si quiere merecer su nota al pie en los anales de la democracia. Me dice Raúl del Pozo que quienes de verdad sufrieron el franquismo no tienen ninguna gana de acordarse, pero es que Raúl, como buen comunista, no pertenece a un mundo de farsantes solemnes que necesitan exhibir la utilidad de su impuntual ideología.

Respecto de Franco caben los cínicos y los creyentes. Entre los cínicos está el guionista electoral que programa un circo para tapar malos sondeos y comprueba satisfecho que a su toque de silbato todos los hijos freudianos de España se ponen a hacer cola para matar al padre o al abuelo, no vayan a decir. Entre los creyentes están los que se duelen como magdalenas de una profanación y los que creen que acaban de vencer por fin en la batalla del Ebro: la democracia les debe una por sus tuits sobre el Fin de la Anomalía. Qué espectáculo, oigan. Reinas del drama rojiazul, beatas y pasionarias unidas en un mismo caudal de llanto por ellas mismas. Prefiero la carcajada cínica de Iván Redondo dirigiendo el show desde el panel de mando.

Leer más…

Deja un comentario

27 octubre, 2019 · 21:43

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s