
Góspel sanchista.
La mano arriba, cintura sola, da media vuelta, ¡danza Pedrette! Ya está aquí el verano, y un tema escala en todas las listas para acompañar nuestras barbacoas de chancla y sangría en la España eterna del acomodo al poder a cambio de una morcilla que en el asador reviente, y ríase la gente. La canta la izquierda, la canta el moderao, la canta el tertuliano con el tópico en la mano. Suena en bucle la danza Pedrette en la radiofórmula y la corean en la tele bailarinas mestizas, llegadas de todos los puntos de la España plurinacional, a las que llaman las pedrettes. Sus contoneos son castos, inequívocamente empoderados, pero lo que de ellas seduce es su sincronización coreana, el balanceo mental al compás que marca La Moncloa. ¡Baila como Iceta, hermano!
La danza Pedrette celebra que Pedro es amor, corazón electoral, Doñana para todos. ¿Quién puede resistirse? El hosco sanchismo de manual de resistencia murió el 28 de abril. Por obra y gracia del mismo porcentaje de voto que cosechó Rubalcaba cuando era un fracasado, nació el pedrettismo como una fe renovada, un góspel de gratitud a Sánchez por habernos salvado del Maligno, mítica criatura que habita el averno localizado en Colón, según los Iker Jiménez del pedrettismo.