
Manuscrito marianista.
El marianismo fue un movimiento político que negaba el movimiento político y que gobernó España durante siete años y el PP durante 14, lo cual prueba que el tiempo importa poco cuando uno sabe ocupar bien el espacio. La política es una física averiada que a veces se emancipa de la tiranía lineal de los relojes. Solo así se explica no que Rajoy abandone la política, sino que haya permanecido en lo más alto de ella hasta bien entrado el siglo de los influencers y las mascotas digitales. Yo por eso siempre le llamé don Mariano, con una mezcla de ironía y de respeto a su porte convencional y a su repertorio de modismos galdosianos, una suerte de señorío a destiempo muy previo a la cultura de masas y a la sustitución de los casinos de provincias por casas de juego online. Era el último político analógico de Europa junto con doña Angela Merkel, cuyo récord de trienios al mando ya no podrá batir. En la era de los spin doctors atropellados, tras la febril propaganda de Zapatero, Rajoy se presentó en La Moncloa contra la opinión de todo el mundo, dispuesto a callar como nadie había callado. Tajani decía de él que callaba porque hacía, pero Rajoy había descubierto mucho antes de llegar al Gobierno que la mejor decisión es no tomar ninguna decisión, pues de ese modo nadie te pide cuentas. Al final se fue quitando de la actividad como un Bartleby celta y llegó a encadenar tardes de ataraxia perfecta que habrían matado de envidia al Dalai Lama.
Era un hombre que traía como un retorno glacial al geocentrismo, a la conseja de abuela, a una afasia barbada y decimonónica que contradecía con insolencia la centrifugación de la política mediática. Su manera de despreciarnos -a nosotros, los periodistas- ha sido épica: uno lo veía esquivar cámaras saliendo por los garajes y renegaba de la maldita estampa de mi oficio. ¡Qué manía de querer saberlo todo, carallo!
Prueba de que Rajoy lee algo más aparte del Marca. Yo tengo mis escepticismos con los gurús y le recomendaría, ahora que va a segunda fila, que indagase algo acerca de su paisano el conde de Gondomar. Hay una edición del excelentísimo presidente de la Junta de Galicia Don Manuel Fraga de los libros (carísimos a principios del siglo XVII) que obraban en su propiedad. Dos volúmenes preciosos para la mesa del salón. Si quiere saber más de él, están otros estudios menos transitados de lo que debieran donde se le informa de que bebiendo con sus colegas diplomáticos por la enésima guerra angloholandesa por los caladeros de Terranova , brindó porque la Providencia otorgara a ambas partes tan cuantiosas como aplastantes victorias. Salud, Rajoi – ah, muy aparente el dicho de tu colega italiano.