Archivo diario: 31 agosto, 2017

Valencia no quiere más gloria

valencia

Arrozal en Sueca, Valencia.

El himno oficial de la Comunidad Valenciana arranca con una herejía: «Para ofrecer nuevas glorias a España». Ingenuidad kennedyana que ya se toleraba mal antes de que el estallido de la corrupción liquidase la larga hegemonía del PP y allanase el camino a la deriva valencianista de Ximo Puig y Mónica Oltra. ¿Pero en qué consiste el ser valenciano? El tópico sociológico lo describe como un pueblo hedonista sin especial orgullo de sí, vital y conformista -el llamado meninfotisme, una suerte de grosera desidia mediterránea-, dolido por el desdén centralista y envidioso de la modernidad catalana. ¿Será cierto?

«Existe la impresión de que la lealtad a España sólo nos ha traído desgracias. El valenciano arrastra la baja autoestima de una sociedad agraria, atrasada respecto de la burguesía catalana o el poderío madrileño. El valenciano no quiere ser menos, pero experimenta un agravio comparativo: en la inversión del Estado, en el reparto presupuestario, hasta en la ausencia de ministros valencianos. Llegó el AVE, sí, pero más por necesidad de dar a Madrid una salida al mar», explica Guillermo López, profesor de Periodismo de la Universidad de Valencia. Esa frustración alimenta el sentimiento identitario, pero, a juicio de López, nunca alcanzará el punto de ebullición catalán. «No hay masa crítica: en muchos estudios Valencia rivaliza con Castilla en grado de identificación con lo español».

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31 agosto, 2017 · 21:03

El «navarrismo abierto» no tiene por qué ser un oxímoron

NAVARRA

Vista de la calle Estafeta, Pamplona.

No hay región más extremada que Navarra. Es cuna del euskera y también de conquistadores que extendieron el castellano por América. Es tierra de carlistas y de etarras. En sus valles y montañas han arraigado las ideologías más opuestas: el vasquismo anexionista y el nacionalcatolicismo español, el maquis y el requeté. Su capital acoge las fiestas más castizas de España, que son también las más internacionales. En Navarra la derecha es especialmente conservadora -la única región de España que no permitía el aborto hasta la llegada al poder de Uxue Barkos– y la izquierda es muchas veces revolucionaria. Navarra es rica y avanzada, pero se complace en su imagen más tradicional y ruralista. En Navarra cundió siempre el orgullo católico y a la vez cobijó en Zugarramurdi el culto satánico más famoso de la Península. El paso de Roncesvalles abrió la España medieval a Europa a través del Camino de Santiago, pero su escarpada orografía también ha favorecido históricamente el contrabando. El carácter montaraz de los boronos del Baztán contrasta con la franqueza de los habitantes de la ribera del Ebro. Y así todo. ¿Alguien entiende el misterio de Navarra?

Alsasua, por ejemplo. La puso en el mapa el octubre pasado la agresión que dos guardias civiles y sus parejas sufrieron a manos de una cuadrilla de abertzales a la salida del bar Koxka. La Fiscalía, en aplicación de la ley antiterrorista y considerando un plan premeditado de expulsión del Instituto armado, pide 50 años para los agresores, tres de los cuales permanecen en prisión: Adur Ramírez, Jokin Unamuno y Oihan Arnanz. Condición, la de convictos, que basta para elevarlos a la de héroes en un municipio cuyas calles, sin dejar de ser navarras, en nada se diferencian de los barrios más claustrofóbicos de Euskadi. Las efigies de Adur, Jokin y Oihan presiden la plaza de los Fueros con el lema: «Utzi Altsasu bakean!! » («Dejad a Alsasua en paz»), que se repite en los balcones, impreso en pancartas, pasquines y banderas. El contenedor pintado de rojigualda y tachado es ya un icono del pueblo. La pegatina de «This is not Spain nor France» campea en las marquesinas.

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31 agosto, 2017 · 20:59

Iñigo Alli: «Mi hija me despertó a la fragilidad de la vida»

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Íñigo Alli.

En política se debería entrar como entró Íñigo Alli (Pamplona, 1973): urgido por el amor a una hija discapacitada y fichado directamente por el Gobierno. Nada de hacer carrerita pegando carteles desde el primer acné, adulando al jefe de turno y alcanzando al fin un lugar en el paraíso de las listas. Nuestro hombre gozaba de un puesto de directivo en Caja Navarra y había fundado una familia con su esposa Isabel. Todo marchaba según lo previsto. Hasta que despertó a «la fragilidad de la vida» cuando hace ahora ocho años la pequeña Inés vino al mundo con síndrome de Down. Entonces comprendió que no podemos elegir todas las bazas pero sí la forma de jugarlas. Y Alli, que era bancario, se hizo activista: decidió que un cromosoma de más no tenía por qué significar felicidad de menos y fundó Síndrome Up, una asociación que propugnaba un cambio de enfoque en el tratamiento de los discapacitados. «Se trataba de abandonar esa visión paternalista tan en boga y centrarse en la persona, en su singularidad».

El eco de aquel proyecto se extendió pronto por toda la comunidad. Y un día recibió una llamada. Era Yolanda Barcina, presidenta de Navarra, ofreciéndole un puesto en su gobierno para que hiciera desde dentro lo que ya estaba haciendo desde fuera. «No le costó convencerme. Era la gran oportunidad que estaba pidiendo a gritos desde hacía dos años: la posibilidad de cambiar las cosas desde las instituciones. No dudé, por más que nos tocara una época dura de recortes y de ajustes. Era justo lo que quería hacer: ayudar a la gente más jodida», explica con navarra contundencia.

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31 agosto, 2017 · 20:54