Archivo diario: 15 agosto, 2017

Castilla, la eterna coartada

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Villalón de Campos, provincia de Valladolid.

¿Por qué una genial generación de escritores la señaló como quintaesencia de la identidad española? ¿Cuánto noventayochismo resiste la Castilla de hoy? La autonomía más extensa de España es por eso mismo difícil de definir, pero la historia nos facilita una taxonomía de urgencia: el Reino de León por un lado (León, Zamora y Salamanca) y el de Castilla por otro (Valladolid, Palencia, Burgos, Soria, Segovia y Ávila). ¿Hay diferencias entre un abulense y un segoviano? Seguramente haya más entre un leonés y un vallisoletano. O entre un vallisoletano y los demás.

La historia afirma que Castilla y León asumió el control político de la Península a fuerza de luchar contra el moro y lo expandió por el mundo, coaligándose con Aragón en virtud de un matrimonio católico y visionario: el de Isabel y Fernando. El imperio español empieza a nacer en Madrigal de las Altas Torres, antaño bastión en la frontera leonesa, hoy villa monumental azotada por la canícula. Paseando por sus calles desiertas cuesta creer que en aquel palacio de austero ladrillo, propiedad de Juan II de Trastámara, viniera al mundo Isabel de Castilla, artífice de la unidad nacional. Quien vino a morir un poco más allá, en Medina del Campo, (Valladolid), que ostenta la capitalidad con carácter propio al decir del resto de castellanos. «Los pucelanos son muy estirados. Se llevan siempre todas las ventajas. Su plaza tiene que ser la mejor», se queja una señora en plena plaza Mayor de Salamanca, que poco tiene que envidiar a ninguna. Y menos desde que Miquel Barceló le plantó un elefante que se sujeta sobre su trompa y escupe humo blanco por el tafanario. A Salamanca le cambió la vida el día lejano de hace ¡800! años en que se abrió la universidad. Pasaron Fray Luis y Unamuno, y la ciudad del Tormes sigue bullendo con la energía de los estudiantes. No descansa ni cuando acaba el curso. Es dinámica, profunda, turística y esencial.

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15 agosto, 2017 · 12:42

Marta Sorlí: «Compromís, a diferencia de Podemos, pasó de la protesta a la propuesta»

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Marta Sorlí.

Se queja Marta Sorlí (Castellón, 1986) de que profetizaron la quema de iglesias el día que Compromís llegó al poder. «Llevamos dos años gobernando y no hemos quemado ninguna», asegura la joven diputada del partido o coalición de partidos que vicepreside la Generalitat valenciana. Y es verdad que Mónica Oltra no ha quemado ninguna iglesia; si acaso ha quemado a Iglesias, Pablo, más de una vez con su manía de no bailarle el agua tan dócilmente como otras fuerzas de izquierda del Congreso. Porque hay que reconocer que Compromís tiene vida propia. Se desmarcó del grupo parlamentario de Unidos Podemos. Se negó a abandonar el hemiciclo cuando Iglesias decidió que el cadáver aún tibio de Rita Barberá no merecía un minuto de silencio. Y cuando don Pablo presentó su moción de censura, Joan Baldoví le pidió que la retirara hasta que contara con apoyos. ¿Deslealtad? ¿Moderación traidora? Más bien madurez. Sorlí, sin decirlo así, explica muy bien la diferencia entre populismo e izquierda institucional: «En el fondo estamos de acuerdo en muchísimas cosas, pero Compromís tiene más trayectoria y ha hecho una evolución de la protesta a la propuesta. Podemos está aún en la primera fase, y ahí discrepamos».

Marta Sorlí tiene claro que no se metió en política para eternizarse en la pose adolescente sino para mejorar con propuestas reales la vida de las personas. «La política institucional es muy diferente a la política de oposición. Aquí tenemos más margen de libertad que en las Cortes Valencianas. No creo que se haya perdido frescura allí, donde se están haciendo políticas transgresoras, pero es cierto que de la Mónica Oltra de las camisetas a la vicepresidenta Oltra hay un camino, para mí positivo». Para ella seguro que también. Y parece que los sondeos también aplauden la maduración que a otros se les resiste.

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15 agosto, 2017 · 12:35