Castilla, la eterna coartada

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Villalón de Campos, provincia de Valladolid.

¿Por qué una genial generación de escritores la señaló como quintaesencia de la identidad española? ¿Cuánto noventayochismo resiste la Castilla de hoy? La autonomía más extensa de España es por eso mismo difícil de definir, pero la historia nos facilita una taxonomía de urgencia: el Reino de León por un lado (León, Zamora y Salamanca) y el de Castilla por otro (Valladolid, Palencia, Burgos, Soria, Segovia y Ávila). ¿Hay diferencias entre un abulense y un segoviano? Seguramente haya más entre un leonés y un vallisoletano. O entre un vallisoletano y los demás.

La historia afirma que Castilla y León asumió el control político de la Península a fuerza de luchar contra el moro y lo expandió por el mundo, coaligándose con Aragón en virtud de un matrimonio católico y visionario: el de Isabel y Fernando. El imperio español empieza a nacer en Madrigal de las Altas Torres, antaño bastión en la frontera leonesa, hoy villa monumental azotada por la canícula. Paseando por sus calles desiertas cuesta creer que en aquel palacio de austero ladrillo, propiedad de Juan II de Trastámara, viniera al mundo Isabel de Castilla, artífice de la unidad nacional. Quien vino a morir un poco más allá, en Medina del Campo, (Valladolid), que ostenta la capitalidad con carácter propio al decir del resto de castellanos. «Los pucelanos son muy estirados. Se llevan siempre todas las ventajas. Su plaza tiene que ser la mejor», se queja una señora en plena plaza Mayor de Salamanca, que poco tiene que envidiar a ninguna. Y menos desde que Miquel Barceló le plantó un elefante que se sujeta sobre su trompa y escupe humo blanco por el tafanario. A Salamanca le cambió la vida el día lejano de hace ¡800! años en que se abrió la universidad. Pasaron Fray Luis y Unamuno, y la ciudad del Tormes sigue bullendo con la energía de los estudiantes. No descansa ni cuando acaba el curso. Es dinámica, profunda, turística y esencial.

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1 comentario

15 agosto, 2017 · 12:42

Una respuesta a “Castilla, la eterna coartada

  1. anasarca perpetua

    Ah, el caballo solitario. «En Venta de Trigueros, uncieron a nuestro carro un caballo rosa [¿castaño?] de singular belleza (habíamos renunciado a las mulas) que justificaba cabalmente el caballo tan criticado de El Triunfo [`la justicia´] de Trajano, de Eugène Delacroix. El genio siempre lleva razón: lo que inventa existe, y la naturaleza lo imita hasta en sus más dislatados detalles» – Gautier, Viaje por España. ¿Wilde por Dueñas? O tal vez Rilke, que repitió el mismo viaje de Gautier -Toledo,Ronda- con reacciones bien dispares pero que debió quedarse con el caballo con las maniotas paralizando el movimiento, `¿Ha sucedido todo o nada ha sucedido?´

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