Melisa Rodríguez: «Hay quien trata de prostituir la terminología del feminismo»

IGD25lab

Melisa Rodríguez.

Es la mujer más joven con mando en la plaza liberal-progresista, aunque confiesa que nunca ambicionó el trono de hierro de la política. A juzgar por su biografía, variopinta y nómada, podemos creerla. Pero a juzgar por lo bien que se adapta su carácter a la guerra de posiciones que libran los partidos en campos de batalla con moqueta, no nos imaginamos a Melisa Rodríguez (Londres, 1986) fuera de una comisión parlamentaria o un airado debate sobre el tarifazo. Nació en Londres aunque se dice de La Palma, «la isla más bonita de Canarias». Se licenció en Arquitectura por la Politécnica de Barcelona, donde aprendió la lengua catalana y el orden racional de una ciudad diversa donde el anonimato se confunde con la libertad. Superó un proceso de selección de 900 personas para acceder a su estudio de arquitectura favorito, que la mandó a la India a trabajar 17 horas diarias con olímpico desprecio de lo estipulado en el contrato laboral. «Nadie puede darme lecciones de lo que es tener que salir a ganarse la vida», se ufana. También vivió en Cabo Verde, donde dormía en tienda de campaña y se duchaba en el mar. «A mi regreso aprendí a valorar la ducha, el agua caliente, como nunca imaginé. Y sin embargo allí eran felices. Te preguntas qué nos falla aquí para no serlo teniéndolo todo». Quizá montando jaimas en la Carrera de San Jerónimo ganaríamos en fraternidad nacional. O no.

Melisa rara vez pasa más de cuatro días seguidos en la misma ciudad. Ha encontrado una forma revolucionaria de salvaguardar su ocio: identificarlo con el trabajo. «La vida privada queda reducida al mínimo y la echas de menos. Yo suelo ir a Canarias todas las semanas pero no a mi casa: llevo dos meses y medio sin ver a mi familia». En Ciudadanos se encarga de las áreas de Juventud, Energía y Medio Ambiente, de dirigir la formación en Canarias, de la portavocía adjunta en el Congreso y de tomar ideas de ALDE (Grupo de la Alianza de los Liberales y Demócratas por Europa) para integrar mejor a los jóvenes en el partido. Sigue en eso el modelo croata: nada de nuevas generaciones ni juventudes socialistas. Se forma a los menores de 35 con talleres específicos y adelante, sin cuotas que filtren el talento con cuentagotas. «Queremos a los buenos, sin mirar la edad en el DNI».

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16 agosto, 2017 · 14:46

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