Tras la nueva exhibición de los blancos ante el Cruz Azul uno está tentado de darle la razón a Fabio Capello cuando dice que el Real Madrid es una máquina y los demás, solo equipos. El Mundialito de Clubes, aunque heredero de la Intercontinental que sí tenemos, es el único título como tal que falta en las vitrinas de Concha Espina. Lo cual, evidentemente, es un escándalo que hay que remediar.
Será este mismo sábado cuando se remedie a poco que los jugadores demuestren el mismo compromiso que les ha llevado a ganar 21 partidos seguidos, liderar con cómoda ventaja la Liga, mandar en Europa como solo el vigente campeón puede hacerlo y meter 79 goles por 10 encajados, lo cual es un disparate que tiene asustados a los medidores de estadísticas, que no estaban tan pendientes de los números desde el efecto 2000.
De la semifinal contra los mexicanos yo me quedo con varios fogonazos: las asistencias de Ronaldo, que cuando no marca hace marcar a sus compañeros, y normalmente las dos cosas a la vez; la polivalencia rematadora de Ramos, Karim y Bale; el segundo penalti parado por Casillas en cuatro días; pero me quedo sobre todo –y que me perdonen los meapilas– con la rabona a botepronto de Cristiano, que no es la frivolidad ni la afrenta que ahora quieren vender los hombres grises de la cofradía del santo reproche, sino un recurso de genio porque la bola se le quedaba atrás. Y aunque no se le quedara atrás: Cristiano Ronaldo se ha ganado el derecho a hacer rabonas hasta para sacar de inicio, si le apetece, porque el fútbol no es un debate de teología moral, ni una cumbre diplomática, ni la conferencia de un gurú de los derechos humanos: el fútbol es un espectáculo y las rabonas dan espectáculo. Puestos a ofenderse, a mí me ofende más que Casillas tenga la desfachatez de pararme un penalti.
Bienvenidas sean las rabonas, las chilenas, las espuelas, los tacones y las dejadas de espalda si hay jugadores que las saben hacer, porque esas jugadas son precisamente las que divierten y entusiasman en los patios del mundo. Ponle a un niño cinco minutos de tiki-taka: verás como sale corriendo. Algunos quieren instaurar la era del córcholis en las gradas y acabarán censurando hasta los caños en el césped, por humillantes. Conmigo que no cuenten: ¡vivan las rabonas!
(La Lupa, Real Madrid TV, 17 de diciembre de 2014)