
No hay nada más emocionante que la agonía del hombre rebelde. La rebeldía, dice Camus, consiste en decir que no allí donde el común de los mortales cede, calla y otorga. Nuestra especie es gregaria y produce pocos rebeldes, a quienes a cambio distinguimos con una forma ancestral de admiración llamada épica, que en griego significa lo que merece ser contado. Su protagonista es el héroe, a medio camino entre el hombre y el dios. Por eso cuando se nos secan los adjetivos decimos que Rafael Nadal no es humano.