
Tenía apenas 20 años y una jeta rústica de montañés sin mundo, pero cuando arrancaba parecía capaz de correr sobre el mar, rizándolo como una tormenta. Era el verano de 1953 y no se presentó en la capital con su propio colchón de milagro. Tardó en adaptarse, le silbaban, se reían de su velocidad desembridada y a Bernabéu se le agotaba la paciencia. Pero entonces llegó Di Stéfano: «Presidente, quédese con Paquito y fiche a Héctor Rial«. Así se hizo. Y así ganaron cinco Copas de Europa.